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Los 12 mundos Numbis

leyenda de la tribu sagrada de los árboles

En la lunación de Aries se conocieron, entraron en contacto apasionadamente sin saber donde se metían. Se olieron cual tigres hambrientos, se penetraron y descargaron su energía en el otro. Un gran deseo que encontraba destino. Entendieron de pasión.

 

Luego en la lunación de Tauro respiraron al compás, se sentían uno del otro en la espesura de la selva. Una contemplación de mamífero, de animal potente pastando en la pradera. Su único deseo estaba contenido en su interior y era de placer y gozo. Se lamían, se mordían, se olían y reposaban uno en el lomo del otro. Entendieron de placer.

 

Y en la lunación de Géminis por fin se vieron el uno al otro. Comenzaron a comunicarse, a expresar lo que necesitaban a intercambiar y darse cuenta de qué era lo que inter-cambiaban. Comenzaron a probar cosas nuevas y ponerle nombre a lo que sentían. Aprendieron mucho juntos. 

 

En la lunación de Cáncer se cuidaron, se calentaron, durmieron uno junto a otro y se encontraron a gustito. Solo fue suficiente saber que alguien en el mundo los cuidaba. Se quedaron embarazados y a su niños le contaban historias antiguas de los ancestros Numbis que hablaban de su tradición.

Numbis significa "los que se convierten en árboles", o "los que se convierten en el árbol sagrado Umbi;. Aprendieron sobre familia y el poder de unirse contra los “ajenos”.

 

En la fase de Leo su hijo Simba nació y era tan pero tan brillante que otro sol brillo en la selva con luz tan luminosa que impactó a todo el reino animal. Había nacido el nuevo león, con corazón de oro,  que tocaba los corazones de los demás, con porte, con presencia. Y un grito de gloria, de gozo por haber llegado donde nadie llegó. Aprendieron sobre la identidad.

 

La lunación de virgo pasó sin más entre rutinas, y las nimiedades cotidianas que eran parte de un ritual continuo. Los rituales de levantarse, y alimentarse, los rituales para cazar y cosechar. Todo estaba lleno de rutinas y mantram cotidianos. La belleza de los sencillo, el orden de lo cotidiano. Cuidaban sus huertos con servicio, con devoción, todo tenía nombre y especie y estaba milimétricamente en su lugar, obedeciendo a un orden. Allí Simba recordó que era parte de algo más grande: el orden de universo, el cosmos

 

La lunación de Libra la familia ya estaba conformada, habían comprendido mucho sobre lo que era ser padres y estaban viendo crecer a su hijo y comenzaron a conectarse con la tribu ajena fuera del ámbito de la aldea. Lo hacían con elegancia y diplomacia. Como representantes de los deseos al interior de la tribu, ellos intentaban conseguir su cometido sin entrar en conflicto, con armonía, con gracia. Danzan sus propias danzas típicas y consiguieron aprenderse las de la tribu ajena. Los “ajenos” sabían cosas que ellos no y a la vez ellos tenía algo que decir. Y al abrirse al encuentro con ofrendas y dádivas descubrieron que había una vida fuera de la manada. Aprendieron sobre la “otredad”.

 

En la lunación de Escorpio alguien les trajo el rumor de que había algo malo en su futuro. El chamán Numbi había hablado con los muertos que yacían bajo las raíces de los árboles sagrados y éstos le hablaban de una peste que azotaría el poblado.  Entonces tomaron ellos mismos  la sustancia sagrada proveniente del árbol sagradopara entender que sucedía y le dieron un poco a su cachorro. La sustancia tenía concentrada en su líquido la mente del gran espíritu, el que todo lo ve porque se atreve.  Y allí pudieron ver lo que el mundo de la luz no le permitía. Pudieron descender a sus propios miedos de cambiar y reconocieron dos verdades antiguas inscripta en las paredes de la caverna de la tribu: la muerte trae resurrección y la muerte es parte de la vida. Se despertaron con la certeza que si honramos la muerte, honramos la vida. Y de este modo este hecho que era doloroso para la tribu porque trajo muertes y cambios a los que su mente primitiva no estaba acostumbrada; también despertó la mente del "gran espíritu del árbol Umbi" que los guió por los caminos sabios del alma.

 

En la lunación en Sagitario ya todo había pasado. Muchos habían desertado en la temporada de la peste, pero lo que se quedaron hasta el final se volvieron tan fuertes que se cuenta que se convirtieron en una manada invencible. Le habían ganado a la muerte entonces era momento de festejar. Los cantos profundos, el cántaro de vino giraba en espiral por las manos de todos que a la vez giraban en sus danzas circulares, que a la vez giraban alrededor del fuego. La fiesta era una oda a todo lo que fluye sin parar. Recordaron ese antiguo proverbio: "Todo cambia, lo bueno y lo malo". Aprendieron sobre atreverse a ser felices. Y su grito se escuchó en todo el hemisferio porque ya no eran tan manada y comenzaron a ser  más cósmicos...

 

En la lunación de capricornio les dio mucha satisfacción. Su gran capacidad de trabajo los había llevado a conseguir lo que se habían propuesto, tenían una familia preciosa, cosechas abundante para que la manada cubra sus necesidades y miraban desde la cima de la montaña el camino recorrido. Parecía que todo estaba organizado. Y finalmente aprendieron sobre los logros del trabajo duro.

 

Lo que en la lunación anterior les daba seguridad y orden, una vez en la lunación en acuario, ya no significaba nada. La energía era chispeante, y eléctrica de tal manera que daba ganas  de caminar y correr de una punta  a la otra de la tribu y más allá de sus confines. Ya nadie parecía conocido, sino que comenzaron a tener un costado de novedad. Cada persona vista individualmente era una nueva. Las historias que los unían no eran tan importantes como el presente que los conectaba. Aprendieron entonces que también podían desafiar a las fuerzas de sus ancestros, y que además la fuerza de sus ancestros había una fuerza igualmente poderosa que era la del futuro. Lo llamaron la fuerza del “tiempo que está llegando”.

 

Y en la lunación de Piscis  se volvieron parte del cielo infinito y se fundieron uno en el otro. Ya no eran dos sino un solo ser flotando en medio de vacío o formando la constelación del cántaro, ni pasado ni futuro, sino de eternidad.

Saltaron a otra dimensión, una intermedia, donde recapitularon todas las fases anteriores y dejaron que el proceso de disolución tenga lugar.

 

Entonces, mientras la disolución-muerte se estaba dando, "la enseñanza más allá de las apariencias" de esa vida se iba descubriendo, como era la tradición.

El tiempo que está llegando, el futuro; tiene la misma raíz que el tiempo que te sostiene, el pasado. En idioma nativo estos conceptos Origen y Destino provienen de la misma raíz sintáctica. Y provienen a la vez de la misma raíz sintáctica de la palabra Árbol o Umbi, cuya tradición literal es “el que conoce el pasado y el futuro”.

El árbol concentra la fuerza de los ancestros en sus raíces profundas que tocan a los huesos desus muertos, y la fuerza del tiempo que está llegando en sus ramas, que se alzan al cielo y a lo desconocido.

Por eso se conoce que los árboles Umbis son los seres en la naturaleza que mejor conocen sobre Origen y Destino. Por ese motivo, todos los Numbis desean encarnarse en Umbi.

 

 Entonces en ese estado intermedio  algo comenzó a surgir, en este estado de

laxitud y silencio una nueva semilla. Esta semilla contenía, según la tradición todo el recuerdo de la existencia anterior concentrado en su interior y toda la latencia de lo que se desarrollaría.

Volvieron a la vida en forma de árbol sagrado, según le habían prometido los ancestros. Pero esa es otra historia de las tantas de los Numbis, el pueblo del "Árbol Sagrado Umbi".

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